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Búsqueda del Cristo Joven
Impulsados por la fuerza del Espíritu Santo
Tomados de la mano de María
Unidos en Sonrisa
Caminado juntos hacia el Padre

Buscador Católico

Missing children

martes, 22 de abril de 2008

Misión del mallinista: Ser Sonrisa y Ser Sal


Para entrar en tema, elegimos esta historia

El niño y las estrellas marinas

Caminaba un niño junto al mar. La playa estaba llena de miles y miles de estrellas marinas que, ancladas en la arena por la marea baja, no podían regresar al agua y languidecían consumidas por los calcinantes rayos solares.

El pequeño, serena pero enérgicamente recolectaba una por una las estrellas y las arrojaba más allá de las olas.

Un señor contemplaba a distancia esta acción con detenimiento y pensaba:

- Este pibe está loco.

Se dirigió hacia el niño y le dijo:

- No tiene sentido tu afán, no ves que son miles las estrellas marinas. Desiste de tu empeño.

El pequeño respondió:

- Ya sé que son miles las estrellas y que no podré ayudar a todas, pero, para la que ayudé, yo fui la diferencia entre su vida y su muerte.

Y siguió juntando estrellas marinas, lanzándolas con fuerza, más allá de las olas.

El señor quedó interpelado por aquella respuesta. Por la noche, ya en su casa, el tema daba vueltas en su cabeza sin comprender el sentido de tal acción.

Al otro día, bien temprano, durante la marea baja, seguía el niño juntando estrellas y lanzándolas más allá de las olas, una por una. Pero ya tenía un compañero de equipo: era el hombre que había descubierto un secreto de la vida…

Moraleja:

A todos no podrás ayudar,

pero a quien ayudes,

tú la diferencia serás.

Para reflexionar personalmente o en grupo

¿Es cierto qué un motivo vale más que 9.999.999 excusas?

¿Cómo puedo yo en mi vida diaria cumplir mi misión como mallinista y como cristiano?

sábado, 19 de abril de 2008

Las 3 D: Distinción

Para la 3ra D, tomamos una historia del libro de Analía Ghío "Paremos la pelota"

Virtudes

-¡No sabes hacer nada!-escucha Luis a diario.

Luis es un joven pacífico, muy casero, que disfruta mucho la tranquilidad, y de poco hablar; es uno de los dos hermanos que componen la familia Montalván.

Aunque sabe que en su casa lo quieren, le molesta mucho que lo traten de inútil o lo comparen con un vago. Cuando se enojan con él, su mente no para de pensar por qué le dicen que no sabe hacer nada.

-Claro, que no van a pensar eso de mí –se dice Luis mientras divaga, antes de dormirse, cada noche-. -No soy uno de esos chicos que brillan, no me destaco tanto en la escuela, no soy el mejor deportista, no aprendo rápido los idiomas, ni siquiera el arte y la música son mi fuerte-

Luis está en su cama pensando, imaginando que es el mejor y que la gente lo felicita, y todos sus amigos y familiares lo admiran, siente los ávidos aplausos de un público y, sin darse cuenta, en su rostro, se dibujan atisbos de felicidad.

Sin embargo, enseguida interrumpe su imaginación diciéndose: ¿Sirvo para algo? ¿No hay nada que haga bien? ¿Da lo mismo que esté o no esté?

Y, así, divagando en su típico diálogo interno, se entrega completamente a su cansancio.

Despierta en un lugar que nunca ha visto, en uno de esos escenarios paradisíacos que supera todo lo conocido.

-¿Qué hago acá? –pregunta, sabiendo que su voz se pierde en la inmensidad y desolación de aquella playa de arenas blancas y aguas transparentes.

Se sobresalta entonces, cuando una voz grave como un trueno le pide que se acerque hacia el mar.

Mientras se va aproximando con pasos cautelosos, el oleaje brusco de aquel mar majestuoso va cesando poco a poco hasta transformarse en un espejo de agua.

-Presta atención a lo que vas a ver –irrumpe la voz nuevamente en el silencio.

El mar, que ahora se asemeja a un lago manso, proyecta ante sus ojos, la imagen de una ciudad vista desde el aire. Se sorprende al descubrir que es su ciudad. Su curiosidad aumenta cuando advierte que la imagen se traslada a su casa y muestra a su familia; mete ya sus pies en el agua, agachándose para ver de cerca.

Así puede oír los pensamientos de distintas personas. Su madre lamenta lo triste que está la casa por las mañanas, cuando ella se levanta y en lo mal que se ven las plantas y el jardín. También se queja de su incompetencia a la hora de pasar textos en la computadora.

Su hermano se encuentra desvelado, esperando que alguien le cuente uno de esos relatos futuristas.

El que más lo conmueve es su padre, que se lo nota muy triste en lo que parece ser un día de domingo, está callado al lado de la radio, por lo visto, no tiene con quien charlar de fútbol o con quien gritar los goles como lo hace siempre.

En la calle, encuentra estacionada la camioneta, sucia como nunca antes.

Observa a su compañera de colegio y vecina, con cara de desolada, como esperando a alguien que vaya a visitarla y le dé algunos consejos.

Por último, reconoce a la viejita de enfrente que aguarda preocupada, con monedas en la mano, para comprar el diario y a su perrita ansiosa porque la saquen a pasear.

-Es tu vida sin vos –le dijo la voz, como adelantándose a las dudas de Luis, antes de que él preguntase algo. –¿Acaso pensabas que no servías para nada? - -Todos tenemos una misión en la vida y debemos encontrarla y cumplirla o tal vez descubrir que, inconscientemente la estamos realizando. Podemos tener pequeños o grandes roles pero, en fin, todos valemos –

Se despertó en su cama con una sonrisa y una paz interior inexplicables, como jamás había sentido antes. Dedujo que nunca se había planteado los lugares que ocupaba. Aunque no era el mejor alumno, ni el mejor cantante, deportista o pintor, ¡cuántas pequeñas cosas poseía que eran importantísimas! Ahora sabía que él valía y que ocupaba un lugar que no podía desperdiciar; ése era el regalo máximo de Dios.

Una sonrisa se le dibujó en el rostro; mientras tanto, en la cocina, estaba encendida la radio, y la voz de un cantante entonaba: “Somos estrellas del universo, cada uno brilla con su intensidad”

Sonrió nuevamente por la coincidencia, hizo un guiño de complicidad hacia el cielo y se levantó de la cama. Tenía mucho por hacer.

Dios nos hace a cada uno único e irrepetible.



Cada cristiano es o debería ser un ser Distinto, ya que su misión es Ser un modelo a imitar por otros, es Evangelizar con sus acciones más que con sus palabras, por ello, el mallinista es una persona Distinta, su modelo a seguir es Jesús, y además de modelo de vida, Él es su amigo, confidente y compañero.

Al ser distintos, podemos y debemos marcar un camino que otros seguiran, recuerden que la canción mallinista dice:

"Muéstrales a los hombres al Cristo vivo,

al estilo distinto de tu mallín,

muéstrales a ese Cristo que andan buscando,

otros que han de encontrarlo solo por ti"



Las 3 D: Darse

La segunda D, fue abordada con 3 historias repartidas entre distintos grupos
Cada una muestra una manera distinta de Darse
A cada grupo se le pidió describir ¿cuál fue la acción de darse y la reacción obtenida?
¿Qué podría haber pasado si en lugar de Darse, los protagonistas sólo hubieran dado?

EL AMIGO DE MARK

Un día, Mark iba caminando de regreso de la escuela y se dirigía a su casa. Al poco rato de caminar se dio cuenta de que el chico que iba delante de el se había tropezado y había tirado unos libros, dos sueters, un bate y guante de baseball y una pequeña grabadora que llevaba cargando. Mark se acercó y lo ayudó a pararse y a recoger las cosas que había tirado. Como se dirigían por el mismo rumbo, Mark le ayudó a cargar parte de las cosas. Mientras caminaban, Mark descubrió que aquel chico se llamaba Bill y que amaba los juegos de video, el baseball y la historia y que además estaba teniendo muchos problemas con sus otras materias de la escuela y para acabar, había terminado con su novia. Primero llegaron a la casa de Bill y Mark fue invitado a pasar y tomar un refresco mientras veían TV. Pasaron la tarde muy a gusto entre risas y pequeñas charlas. Después, Mark se fue a su casa. Ellos continuaron viéndose en la escuela: Almorzaban juntos dos o tres veces a la semana y ambos se graduaron de la secundaria. Más adelante terminaron en la misma preparatoria en donde seguían teniendo contacto pero en forma más esporádica.

Finalmente llego el momento tan esperado de terminar la prepa y tres semanas antes de la graduación, Bill le pregunto a Mark si podían hablar. Bill le recordó el día en que se conocieron tantos años atrás.

"Alguna vez te preguntaste por que iba cargando tantas cosas ese día? Le pregunto Bill... Verás, yo había limpiado mi locker porque no quería dejar ningún relajo para nadie más. Había tomado las pastillas para dormir de mi mamá e iba camino a casa para suicidarme. Pero después de haber pasado la tarde juntos hablando y riéndonos, me di cuenta que si me mataba, me hubiese perdido esos momentos y tantos otros que podían haber seguido. Como puedes ver, Mark, cuando tu recogiste aquellos libros hiciste mucho más, salvaste mi Vida.

"Cada pequeño saludo, cada pequeña sonrisa, cada mano que damos ayuda a salvar un corazón herido".

LAS MANOS QUE DAN

Casi no la había visto. Era una señora anciana con el auto varado en el camino. El día estaba frío, lluvioso y gris. Alberto se pudo dar cuenta que la anciana necesitaba ayuda. Estacionó su vetusto Pontiac delante del mercedes de la anciana, aún estaba tosiendo cuando se le acercó.

Aunque con una sonrisa nerviosa en el rostro, se dio cuenta que la anciana estaba preocupada. Nadie se había detenido desde hacía más de una hora, cuando se detuvo en aquella transitada carretera. Realmente, para la anciana, ese hombre que se aproximaba no tenía muy buen aspecto, podría tratarse de un delincuente. Mas no había nada por hacer, estaba a su merced. Se veía pobre y hambriento.

Alberto pudo percibir como se sentía. Su rostro reflejaba cierto temor.

Así que se adelantó a tomar la iniciativa en el diálogo. "Aquí vengo para ayudarla señora. Entre a su vehículo que estará protegida del clima. Mi nombre es Alberto". Gracias a Dios sólo se trataba de un neumático bajo, pero para la anciana trataba de una situación difícil. Alberto se metió bajo el carro buscando un lugar donde poner la gata y en la maniobra se lastimó varias veces los nudillos. Estaba apretando las últimas tuercas, cuando la señora bajó la ventana y comenzó a dialogar con él. Le contó de donde venía; que tan solo estaba de paso por allí, y que no sabía como agradecerle. Alberto sonreía mientras cerraba el baúl del guardando las herramientas. Le preguntó cuanto le debía, pues cualquier suma sería correcta dadas las circunstancias, pues pensaba las cosas terribles que le hubiese pasado de no contar con la gentileza de Alberto. Él no había pensado en dinero. Esto no se trataba de ningún trabajo para él. Ayudar a alguien en necesidad era la mejor forma de pagar por las veces que a él, a su vez, lo habían ayudado cuando se encontraba en situaciones similares. Alberto estaba acostumbrado a vivir así. Le dijo a la anciana que si quería pagarle, la mejor manera de hacerlo sería que la próxima vez que viera a alguien en necesidad y estuviera a su alcance el poder asistirla, lo hiciera de manera desinteresada y entonces... "tan solo piense en mí", agregó despidiéndose.

Alberto esperó hasta que el auto se fuera. Había sido un día frío, gris y depresivo, pero se sintió bien en terminarlo de esa forma, estas eran las cosas que más satisfacción le traían. Entró en su coche y se fue.

Unos kilómetros más adelante la señora divisó una pequeña cafetería. Pensó que sería bueno quitarse el frío con una taza de café caliente antes de continuar el último tramo de su viaje. Se trataba de un pequeño lugar un poco desvencijado. Por fuera había dos bombas viejas de combustible que no se había usado en años. Al entrar se fijó en la escena interior. La caja registradora se parecía a aquellas de cuerda que había usado en su juventud. Una cortés camarera se le acercó y le extendió una toalla de papel para que se secara el cabello, mojado por la lluvia. Tenía un rostro agradable con una hermosa sonrisa. Aquel tipo de sonrisa que no se borra aunque estuviera muchas horas de pie.

La anciana notó que la camarera estaría de ocho meses de dulce espera. Y sin embargo esto no le hacía cambiar su simpática actitud. Pensó en cómo, gente que tiene tan poco, pueda ser tan generosa con los extraños. Entonces se acordó de Alberto. Luego de terminar su café caliente y su comida, le alcanzó a la camarera el precio de la cuenta con un billete de 100 dólares. Cuando la muchacha regresó con el cambio constató que la señora se había ido. Pretendió alcanzarla. Al correr hacía la puerta vio en la mesa algo escrito en una servilleta de papel al lado de otros cuatro billetes de 100 dólares. Los ojos se le llenaron de lágrimas cuando leyó la nota: "No me debes nada, yo estuve una vez como tú estás. Alguien me ayudó como hoy te estoy ayudando a ti. Si quieres pagarme, esto es lo que puedes hacer: No dejes de asistir y ser bendición a otros como hoy lo hago contigo. Continúa dando de tu amor y no permitas que esta cadena de bendiciones se rompa". Aunque había mesas que limpiar y azucareras que llenar, aquél día se le fue volando. Esa noche, ya en su casa, mientras la camarera entraba sigilosamente en su cama, para no despertar a su agotado esposo que debía levantarse muy temprano, pensó en lo que la anciana había hecho con ella...

¿Cómo conocería las necesidades que tenía con su esposo, y los problemas económicos que estaban pasando, máxime ahora con la llegada del bebé? Era consciente de cuan preocupado estaba su esposo por todo esto. Se acercó suavemente hacía él, para no despertarlo, mientras lo besaba tiernamente, y le susurró al oído:

"Todo va a estar bien, te amo... Alberto"

LA BENDICIÓN DE DAR

A una niña de 7 años había que hacerle una transfusión de sangre para salvarle la vida. El tipo de sangre de ella no era compatible con la de los padres, pero sí con el de su hermanito de 5 años. El doctor lo llamó para hablarle del tema, y le preguntó si estaba dispuesto a dar de su sangre a su hermanita, o de otra forma ella moriría. El niño se asustó, y bajó la cabeza pensativo. Pero aún con el rostro pálido de miedo, al poco rato contestó: "Doctor, si con mi sangre mi hermanita no muere, yo le doy mi sangre"...

Contento el doctor por el éxito obtenido de su conversación, lo llevó al lado de la cama de la enferma, los prepararon con jeringuillas y mangueras, y la sangre empezó a correr de un cuerpo a otro. Al poco rato, cuando se comentaba que estaba saliendo de peligro la niña, y que sus mejillas se sonroseaban, el niño llamó al médico, y tembloroso le preguntó: "Doctor, ¿Cuándo voy a comenzar a morir?" En su inocencia creyó que dando su sangre para salvar a su hermanita, él tendría que morir; pero aun creyéndolo así se enfrentó al sacrificio.

Cuando tú crees que es grande tu sacrificio, que es mayor, recuerda que cuando damos con gozo, recibimos con abundancia la recompensa.

Las 3 D: Dios

El año pasado en las temáticas para pre-mallinistas, tocamos el tema de las 3 D
Para dar una introducción a DIOS, les leímos el siguiente relato, intentando que vean la analogía entre como los seres humanos pensamos que no necesitamos de ÉL y como realmente sin ÉL estamos perdidos
Esperamos que les sirva para sus comunidades.

Una mañana muy hermosa, una araña colgada de un fuerte hilo, se deslizó de un árbol muy alto. Abajo, en un arbusto, empezó a construir su telaraña que a lo largo del día desarrollaba cada vez más grandiosa. Con ella logró atrapar muchas víctimas.

Cuando se hizo tarde, recorrió una vez más el tejido para remendarlo. Entonces vio también el hilo hacia arriba del que había bajado. Corriendo de un lado al otro lo había totalmente olvidado. Ya que estaba de muy mal humor, y tampoco sabía más para qué sirvió el hilo, pensó que era superfluo y, sin más, lo cortó.

En seguida la telaraña cayó al abismo. Como un trapo mojado envolvió a la araña y la ahogó.

¿Qué les sugiere la historia con respecto a la relación del hombre con Dios?

¿Qué me dice la historia a mí en particular?